Seis habitaciones
El espacio que me habita
tiene seis habitaciones.
En la primera, aún busco
el cuerpo huesudo de un padre,
vientre enfermo
que se despide parpadeando
lentamente.
Su ausencia me conduce
hacia la siguiente puerta.
Nunca la abro
porque desde las costillas
escucho llorar a mamá.
Pero si logro tragar
este enorme hueso,
puedo llegar hacia el dormitorio
donde mis hermanas y yo
compartimos escalas.
A veces
me cuesta encontrar
la siguiente habitación
porque cambia constantemente
de lugar.
Es la más pequeña
y de vez en cuando
se asoma una niña
que arrastra con sus ojos
mi tristeza.
Tú te convertirás en esto,
le digo mientras señalo
el hueco de mi
vientre.
Pero ella se esconde
y su puerta desaparece
bajo mi piel.
Si
profundizo en la matriz
llego hasta la quinta habitación.
Desde ahí, los
huesos de mi padre
me encogen el cuerpo.
Mamá aún llora
y la escala de
mis hermanas
se hace cada vez
más pequeña.
El espacio que me habita
tiene seis habitaciones.
A veces, todas las puertas
se abren de golpe,
como si estos fantasmas
no supieran a dónde ir.
Sin embargo,
desde la última habitación
el tiempo no transcurre
de igual modo.
Y es ahí donde la niña
me da a elegir
entre la tristeza o su olvido
- Fotografía y texto: Marina Serrano © 2020